martes, 27 de octubre de 2015

Clasificación y ejemplo de frutos

AQUENIO: Fruto seco, indehiscente, uniseminado, con el pericarpo independiente de la semilla, es decir no soldado con ella. Ejemplos: Ciperáceas (Carex bonariensis), Poligonáceas (Polygonum convolvulus “enredadera del trigo”).
BALAUSTA: Fruto carnoso, de ovario ínfero, pluriseminado con las semillas con episperma jugoso. Ejemplo: Punicáceas (Punica granatum “granado”).
BAYA: Fruto carnoso, derivado de ovario súpero con el epicarpo delgado y el mesocarpo y endocarpo jugosos. Ejemplos: Solanáceas (Lycopersicon esculentum “tomate”, Solanum spp.), Vitáceas (Vitis vinifera “vid”).
BIAQUENIOS: Fruto esquizocárpico, seco, derivado de ovario bicarpelar. Ejemplo: Rubiáceas (Galium aparine “pega-pega”).
CÁPSULA BISCIDA: Fruto capsular, seco, pluriseminado, con dos tipos de dehiscencia (loculicida, y/o septicida/septifraga). Ejemplos: Cariofiláceas (Silene antirrhina “calabacita”) y Enoteráceas (Oenothera speciosa “pañuelitos”). En este caso la dehiscencia puede ser total (desde el ápice hasta la base de la cápsula) o sólo por dientes apicales.
CÁPSULA DRUPÁCEA: Fruto carnoso, bicarpelar, pluriseminado, con endocarpo leñoso y dehiscente, cubierto por el epicarpo y por el mesocarpo que se desprenden a la madurez. Ejemplo: Martiniáceas (Ibicella lutea “cuernos del diablo”).
CÁPSULA LOCULICIDA: Fruto capsular, seco, bi-pluricarpelar, pluriseminado, con dehiscencia loculicida (por el nervio medio de los carpelos). Ejemplos: Violáceas (Viola tricolor “pensamiento”), Liliáceas (Allium sativum “ajo”), Iridáceas (Iris germanica “lirio”), Sapindáceas (Koelreuteria paniculata “orgullo de la China”.
CÁPSULA SEPTICIDA: Fruto capsular, seco, bi-pluricarpelar, pluriseminado, con dehiscencia septicida (por separación de los tabiques carpelares). Ejemplo: Liliáceas (Colchicum autumnale “cólquico”), Euforbiáceas (Ricinus communis “ricino”).
CÁPSULA SEPTIFRAGA: Fruto Capsular, seco, bipluricarpelar, pluriseminado, con dehiscencia septifraga (por la línea de sutura de los carpelos y ruptura de los tabiques carpelares). Ejemplos: Bignoniáceas (Jacaranda mimosifolia “jacarandá”), Solanáceas (Datura ferox “chamico”).
CARCÉRULO O TETRAQUENIO: Fruto esquizocárpico, seco, en el que cada mericarpo es uniseminado y corresponde a la mitad de la hoja carpelar. Ejemplos: Borragináceas (Cynoglossum creticum), Verbenáceas (Verbena bonariensis “verbena”), Boragináceas (Heliotropium curassavicum “heliótropo” y Labiadas (Salvia verbenaca “salvia”.
 CARIOPSIS: Fruto seco, derivado de ovario súpero, bicarpelar, uniseminado, indehiscente con el pericarpo adherido a la semilla. Ejemplo: Gramíneas (Zea mays “maíz”, Panicum miliaceum “mijo”).

viernes, 16 de octubre de 2015

Temas para el taller de recuperación

I. Biodiversidad
La teoría ecológica.
Características de plantas.
Organismos vertebrados e invertebrados en la producción agrícola
Morfología de  vertebrados  e invertebrados
II. Morfología vegetal y animal
Organelos y funciones
Morfología y anatomía de las plantas
Morfología, anatomía de los artrópodos

viernes, 18 de septiembre de 2015

1.3.- Organismos vertebrados e invertebrados en la producción agrícola

Interacciones planta-plaga,

Las plagas dañan las plantas en diversas formas. Se dice que causan "daño directo" cuando destruyen sus órganos (raíces, tallos, hojas, yemas, flores, frutos o semillas) en forma parcial o total, o las debilitan reduciendo su capacidad de producción. También existen "daños indirectos" que pueden ser de gran importancia; por ejemplo, cuando las plagas participan en la propagación de virus, micoplasmas, bacterias y hongos que causan enfermedades en las plantas; cuando la presencia de insectos o cicatrices de sus daños malogran la apariencia de los productos y reducen su valor comercial; o cuando su ocurrencia dificulta la cosecha o la selección del producto cosechado. Los daños directos normalmente resultan de la alimentación de los insectos que devoran partes de la planta o succionan sus jugos. Muchas especies de insectos se alimentan preferentemente o exclusivamente de una clase de órgano de la planta; así las larvas de Anomis texana (Riley) solamente comen las hojas del algodonero, y las larvas de Cydia (Laspeyresia) pomonella (L.) solamente perforan los frutos del manzano y del peral. Otras especies varían las formas de sus daños según la especie de la planta que atacan, el estado de desarrollo de la misma al momento del ataque, o el estado de desarrollo del insecto que provoca el daño. Así, las larvas de Spodoptera (Prodenia) eridania (Cramer) cuando atacan a las plantas de tomate pueden presentarse como cortadoras de plantas tiernas, como masticadoras del follaje de plantas medianas, y como perforadores de frutos en plantas mayores.

Los escarabajos del género Diabrotica en estado adulto comen el follaje del maíz y otras plantas mientras que en estado larval viven en el suelo alimentándose de las raíces de las mismas plantas.
Cualquiera que sea la forma de alimentación de la plaga, el perjuicio que causa a la planta se concreta en pérdida de su capacidad de producción, en su total destrucción, o en la inutilización de los órganos que se desea producir o cosechar. Las plagas que hacen daños directos también pueden causar contaminación o pérdida de valor de la cosecha por la presencia de insectos, sus restos, deyecciones, o residuos alimenticios. Las plagas insectiles suelen dividirse en dos grandes grupos según la estructura de sus piezas bucales y la consiguiente manera en que se alimentan: Las plagas masticadoras y las plagas picadores-chupadoras. Las plagas masticadoras poseen mandíbulas bien conformadas con las que trituran los tejidos vegetales, entre ellos están las larvas de lepidópteros (orugas) y los adultos y larvas de coleópteros (escarabajos). También se incluye en este grupo a las larvas de dípteros, como las moscas de la fruta, aunque sus mandíbulas no son tan bien desarrolladas (poseen ganchos mandibulares). Por extensión se incluye a los caracoles que raspan hojas y otros órganos de la planta.
Las plagas picadoras-chupadoras poseen un pico o proboscis dentro del cual hay estiletes que penetran el tejido vegetal y succionan la savia o jugo de la planta. A este grupo pertenecen los pulgones, cochinillas, cigarritas y chinches. Otros, como los trípidos succionan el contenido de la células superficiales. Por extensión se incluye en este grupo a los ácaros fitófagos como las arañitas rojas.
Los insectos masticadores y afines suelen agruparse en cortadores de plantas tiernas, comedores de hojas, minadores de hojas, perforadores de brotes, barrenadores de tallos, perforadores de frutos, y masticadores de órganos subterráneos (raíces, tubérculos y rizomas).
La caracterización de las plagas agrícolas en los grupos mencionados es de gran utilidad práctica; pues existe cierta correspondencia entre la forma de los daños, el comportamiento de los insectos y los métodos de control.
Plagas masticadoras de hojas: Los insectos comedores de hojas provocan la destrucción total o parcial de las hojas de las plantas. La intensidad del perjuicio, desde el punto de vista económico, depende de la importancia relativa que tenga el follaje para la producción de la planta en el momento en que se produce la infestación y, naturalmente, de la intensidad del daño.  En general muchas especies de plantas tanto anuales como perennes tienen la capacidad de soportar cierto
grado de defoliación sin reducir su producción. Una defoliación temprana un tanto severa pero que no cause la muerte de la planta puede provocar retraso en su desarrollo; el mismo grado de defoliación durante la floración, formación de botones, o fructificación puede afectar la producción provocando la caída de estos órganos. Una defoliación tardía puede no tener efecto alguno sobre la producción de frutos o tubérculos de una planta. Si lo que interesa comercialmente es el follaje y no los frutos, como sucede con muchas hortalizas de hoja, el daño al follaje tendrá importancia económica cualquiera que sea el momento en que ella se produzca. La mayoría de las plagas que comen las hojas son larvas de lepidópteros (orugas o gusanos de hoja) y escarabajos adultos. En menos proporción se presentan larvas y adultos de otros insectos, caracoles y babosas.
Plagas minadoras de hojas: Las larvas de algunos insectos pequeños, particularmente las orugas de algunos microlepidópteros (familias Gracilariidae, Gelechiidae y Lyonetiidae) pero sobre todo las larvas de las llamadas moscas minadoras (Familia Agromyzidae) se aumentan del mesófilo o tejido interno de las hojas dejando intactas las capas externas o epidemiales. Las hojas afectadas presentan túneles o "minas" que, según las especies, son más visibles en la cara superior o en la cara inferior de las hojas. Las minas varían en forma, tamaño y ubicación según la especie del insecto minador. Se distinguen las minas "serpenteantes" y las minas "lagunares", las primeras son delgadas según el tamaño de la larva minadora; las segundas son amplias más o menos circulares.  Como consecuencia de las lesiones causadas por los insectos minadores, las hojas pierden su capacidad de fotosíntesis, se secan y terminan por caerse, la planta se defolia total o parcialmente. Plantas como la papa, tomate, frijol y otras toman el aspecto de "quemadas". Como en el caso de los masticadores de hojas, el perjuicio económico depende de la relativa importancia del follaje en la formación de la cosecha durante el tiempo en que se produce la infestación.
Plagas que dañan brotes y yemas: Varias especies de insectos, especialmente larvas de lepidópteros pequeños y medianos de las familias Gelechiidae y Pyralidae, perforan y matan los brotes terminales y las yemas axilares de las plantas. También dañan brotes y yemas larvitas de moscas de la familia Cecidomyiidae.  Algunas especies inician sus daños raspando y pegando las tiernas hojas terminales y desde ese escondrijo proceden a la perforación del brote.  El perjuicio que producen a la planta estos insectos depende de la especie de la planta, del estado de desarrollo de la misma en el momento del ataque y de la persistencia del ataque. Numerosas especies de plantas, como el algodonero o la higuera, reaccionan a la perforación del brote terminal emitiendo brotes laterales que reemplazan al desarrollo terminal, aun cuando este proceso pueda traer cierto retraso en el desarrollo de la planta.
Plagas perforadoras de botones florales y frutos: Diversas especies de insectos perforan los botones florales y los frutos de las plantas. Los órganos infestados en sus primeros estados de desarrollo suelen caerse prematuramente. Muchos frutos que son atacados tardíamente se pudren y caen, otros se deshidratan y momifican en la planta. La destrucción de los frutos suele tener gran importancia económica ya que, por lo general, ellos constituyen el propósito del cultivo. Algunas plantas como el algodonero, tienen una gran capacidad para compensar la pérdida de botones y frutos pequeños atacados disminuyendo la caída fisiológica natural o "shedding" de estos órganos. Cuando las infestaciones son persistentes la planta disminuye su producción.
Plagas barrenadoras de tallos: los barrenedores de tallos son principalmente larvas de lepidópteros pero también hay especies de coleópteros tanto escarabajos como gorgojos. Los lepidópteros atacan de preferencia plantas herbáceas y, más raramente, semileñosas; mientras que los coleópteros prefieren plantas leñosas. Los daños causados por los barrenedores de tallos suelen ser muy serios. Las plantas con tallos barrenados pierden su vitalidad con la consiguiente reducción en la producción. Las plantas leñosas se secan total o parcialmente según la extensión de las galerías producidas por los barrenadores. Las plantas herbáceas con frecuencia mueren; si se trata de plantas erguidas, se caen fácilmente sobre todo si los vientos son relativamente fuertes.   
Acaros fitófagos. Los ácaros fitófagos pertenecen, en su mayoría, a las familias Tetranychidae y Eriophyidae; son de tamaño pequeño y minúsculo respectivamente, y succionan el contenido de las células de las hojas o de los frutos. Los tetraníquidos (Figura 2:29) son llamados comúnmente "arañitas" o "arañuelas rojas" aunque no todas las especies son rojas; se alimentan preferentemente del follaje donde producen manchitas cloróticas, amarillamientos, y en algunos casos deformaciones. Las hojas se caen y las ramas pueden llegar a secarse.


Planta-benéficos polinizadores,
Control biológico.
Desde un punto de vista ecológico, el control biológico es la acción de un organismo vivo (parasitoide, depredador o patógeno) para mantener la densidad de otro organismo a nivel más bajo del que ocurriría en su ausencia. Desde un punto de vista práctico, se define como el uso de enemigos naturales para el control de plagas, o como el uso de organismos vivos como agentes para el control de plagas. Es un componente básico del manejo integrado de plagas, cimentado en el efecto que los enemigos naturales tienen sobre los organismos dañinos, regulando su población. Existen diferentes tipos de control biológico:
Control biológico clásico o por introducción: Consiste básicamente en buscar en el lugar de origen de la plaga su enemigo natural clave, e introducirlo al área en donde la plaga está ocasionando daño.
Control biológico por aumento: Consiste en reproducir masivamente un agente de control biológico y utilizarlo en grandes cantidades en liberaciones periódicas (inundación) o en unas cuantas ocasiones (inoculación), con la esperanza de que se establezca en el lugar en que se libera.
Control biológico por conservación Como el nombre lo indica, consiste en aprovechar la presencia de los enemigos naturales presentes en un lugar para que regulen la población plaga, evitando realizar actividades que los perjudiquen (como la aplicación de plaguicidas). Y, en lo posible, realizando acciones que los beneficien, como establecer plantas donde se refugian y encuentran alimento suplementario, como el néctar y las flores de girasol, cilantro, manzanilla, canola y otras especies aromáticas. La conservación de los enemigos naturales es la forma de control biológico más deseable Sobre todo en cultivos extensivos, en donde no es redituable realizar inversiones fuertes en el costo de cultivo, ya que no tiene un costo extra. Los organismos benéficos en el control biológico, enemigos naturales o agentes de control biológico, pueden ser depredadores, parasitoides o patógenos (entomopatógenos1), y cada uno posee sus características particulares:
• Los depredadores son los animales que se alimentan de otros, a los que se denominan presas, y que generalmente son más pequeños que ellos. Para completar su desarrollo requieren de consumir más de una presa. Son de vida libre, tanto en estado inmaduro como adulto, ambos buscan activamente la presa. Un ejemplo conocido de depredador es la crisopa o las catarinas.
• Los parasitoides son una clase especial de depredadores, porque generalmente matan al organismo del que se alimentan; los parásitos verdaderos, como las lombrices, las pulgas y los piojos, generalmente no causan la muerte del organismo en los que se hospedan. Los parasitoides son usualmente del mismo tamaño que los organismos que atacan (otra diferencia con los parásitos verdaderos), los cuales se conocen como hospedero, ya que se desarrollan dentro o sobre él. El estado larvario es el parasítico, y el adulto es de vida libre. Se alimentan de néctar y mielecillas de plantas, aunque algunas especies en estado adulto se comportan como depredadores, ya que se alimentan de las presas para obtener los nutrimentos necesarios para formar los huevecillos. Cada parasitoide consume un solo individuo para completar su ciclo de vida. Un ejemplo de parasitoide es la avispita Trichograma.
• Por último, están los patógenos de los insectos, también conocidos como Entomopatógenos: son organismos microscópicos que causan enfermedades y muchas veces matan al hospedero, al alimentarse y desarrollarse dentro o fuera de él. Pueden ser bacterias, hongos, virus, etcétera. Por su tamaño y rápida reproducción, los patógenos son relativamente más fáciles de producir masivamente que los depredadores y los parasitoides. Además, los cadáveres de los hospederos infectados liberan millones de microbios individuales, que son dispersados por el viento y la lluvia. Pueden ser liberados contra las plagas usando equipos para bioplaguicidas, teniendo como ejemplo a Bacillus thuringiensis.

El muestreo de los insectos plaga y de la fauna benéfica a través del desarrollo del cultivo, es determinante para tomar las decisiones de manejo oportunas y adecuadas; por lo tanto, es una de los componentes básicos del MIP y de la implementación del control biológico por conservación. Para practicarlo adecuadamente debemos de conocer los insectos a los que nos referimos, incluyendo una serie de características.